Nota de prensa

José Corredor Matheos rememora sus vivencias de escritor y editor ante los alumnos matriculados en el FIP

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José Corredor Matheos rememora sus vivencias de escritor y editor ante los alumnos matriculados en el FIP

Uno de los protagonistas de la cuarta jornada del XX Festival Internacional de Poesía de Granada (FIP), que se clausura este viernes en la Alhambra tras una semana repleta de literatura, música y cine en la ciudad de la Alhambra, fue José Corredor Matheos (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, 14 de julio de 1929), poeta, crítico de arte, historiador, traductor y ensayista español de la Generación del 50. A sus 95 años, y con una lucidez envidiable, el autor, que fue jefe de redacción de la Editorial Espasa-Calpe y director del ‘Gran Larousse Català’, rememoró sus vivencias literarias ante los alumnos matriculados en las jornadas académicas del festival.

La intervención del autor de ‘Ocasiones para amarte’ tuvo lugar durante la mañana de este jueves en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la Educación. El acto fue conducido por el codirector del FIP Daniel Rodríguez Moya, poeta y periodista. Corredor, cuya obra poética está recogida al completo en ‘Desolación y vuelo’ (Tusquets, 2011), fue galardonado en 2005 con el Premio Nacional de Poesía con ‘El don de la Ignorancia’.

El autor recorrió su extensa trayectoria ante un público especialmente atento y rememoró sus inicios literarios y su experiencia como editor. Explicó que, aunque a los siete años se marchó a Cataluña, siempre ha seguido siendo manchego. A los primeros poetas los leyó en la escuela, pero fue ya en la adolescencia cuando la poesía le atrapó. Su primeros versos estuvieron inspirados “en un poema del siglo XIX de Espronceda” y lo escribió “en casa de un amigo”, al quedarse solo en una habitación. Al cabo de un año de aquella primera composición, “que era un poema romántico”, comenzó a escribir poesía con más decisión. “Y entonces me sentí poeta, pero no un verdadero poeta, aspiraba a ser poeta”.

El nonagenario, que ha dado todo su archivo a la Residencia de Estudiantes, comentó que aquellos primeros poemas “no eran en absoluto malos” y “se parecen mucho a los de ahora”. Gerardo Diego, a quien definió como “poeta desigual”, le influyó mucho a la hora de escribir, pero no en cambio Vicente Aleixandre. “No iba a verlo”, confesó, lo que provocó que el propio Vicente Aleixandre le escribiera para invitarlo a sus tertulias.

“Los poetas se salvan por algunas obras”, opinó el autor, para quien el único que “se salva totalmente” es San Juan de la Cruz, a quien se refirió como “el poeta máximo de la literatura española”, si bien nunca tuvo “la emoción de conocerlo”.

En las tertulias de Gerardo Diego a las que iba, “he ido conociendo a poetas, y lo curioso es que había gente del régimen de Franco y gente que había estado en la cárcel de Franco, y allí no vi nunca una discrepancia alguna”. “En la tertulia de Gerardo Diego presidía el silencio, porque hablaba muy poco”, rememoró Corredor, que también conoció en aquellas reuniones a Francisco Umbral y se hicieron “muy buenos amigos”.

Asimismo, opinó sobre el autor de ‘Poeta en Nueva York’: “A mí, del último García Lorca, los poemas del ‘Diván del Tamarit’ me parecen lo mejor, y los sonetos también”.

El manchego, que estudió Derecho pero no ha ejercido nunca, repasó sus vivencias en la facultad, en la que había un grupo “que no se trataba con los que éramos de familia humilde” y en el que estaba Jaime Gil de Biedma, quien posteriormente sí le empezó “a respetar”, descubriendo que los dos eran entusiastas de Rilke. Después, a los 28 años, empezó a dirigir los suplementos de Espasa.

También conoció a Juan Goytisolo. “Era una calamidad; era un borracho terrible”, dijo, a la vez que contó como anécdota que un día, cuando se acercaba la exposición universal de Sevilla, acudieron ambos a dar unas conferencias, “y vino trompa y con una prostituta, pero era un buen chico”.

Premio Boscán

En 1961 Corredor ganó el Premio Boscán con ‘Poema para un nuevo libro’, que en aquellos tiempos era uno de los dos mejores galardones para los poetas jóvenes. El otro era el Adonais, en el que quedó “tercero”. Fue tras obtener el Boscán cuando, según el manchego, empezaron a hacerle caso y lo incluyeron entre los poetas que prometían. ”Esos fueron los principios. Luego me metí en el mundo del Arte y desaparecí de la poesía y no se me hizo ni puñetero caso durante un tiempo”. Escribía poemas, pero “los publicaba en colecciones que no eran importantes”.

Tras recordar la historia de amor entre su padre, ferroviario, y su madre, de una familia acomodada -y que estuvo “a punto de meterse a monja” porque su familia no aprobó en un principio que se casaran-, evocó otros pasajes de su biografía importantes, como la muerte de su progenitor, que se asfixió en un túnel cerca de Reus por el humo del tren mientras trabajaba.

También se detuvo en la guerra, que vivió en Villanueva y Geltrú, “donde bombardeaban mucho los franquistas porque estaba allí la Pirelli”. Como tantos, pasó hambre. “Si no crecí más creo que fue porque comí muy poco”, fue una de sus últimas reflexiones antes de proceder a leer sus poemas ante el alumnado inscrito en el FIP, que lo despidió con un caluroso aplauso.

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